A mí, que se me ha dado un enemigo del que no puedo alejarme. Que me cuenta historias que me creo. Que me hace caer en abismos todas las lunas llenas. A mí, que se me han dado palabras que son más rápidas que la capacidad que tengo para entenderlas. Que las hormonas destruyen mis ilusiones, que el odio que siento no tiene nombre… A mí se me ha dado un equipo de rescate que no se cansa de explicarme que es maravilloso ser una misma. Que son capaces de arrastrar mi cuerpo en peso muerto por la desidia para reencontrarlo con ese aliento optimista que (y yo lo entiendo) necesita tomarse vacaciones. Yo tengo un regalo que es perpetuo, verdadero, que hace que el caos que se instala en mi cabeza, sea, por momentos, menos caos. A mí la vida me ofrecido hermandades que no las supera la sangre. Y sangre que supera todas las hermandades. Que aguantan las mismas historias cíclicas y se pasan horas escuchando mis quejas sobre el mundo. Que recogen (y pegan con paciencia) los pedacitos de papeles que yo misma destruyo. Por mí, pero sobre todo por vosotras que nunca perdisteis la esperanza, este año va a ser mi año. Gracias.

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