No vas a morirte.
Bueno, sí que vas a morirte, algún día, con suerte de algo fulminante e indoloro mientras duermes después de haber tenido una vida larga y plena.
Pero no de esto.
Aunque ahora creas que sí y parezca que es imposible que la vida siga sin él. Que todo ha dejado de tener sentido.
Sé que parece que no recuperarás jamás el hueco que te ha dejado en mitad del pecho, justo donde duele al respirar. Pero lo harás. Con tiempo. Mucho tiempo. Y no intentes taparlo con otros clavos, porque no funciona. Tampoco te hará más fuerte, no quiero engañarte, probablemente más desconfiada y un poco más cínica, pero si te rodeas de la gente adecuada sabrás que existen muchas personas buenas. Tendrás que aprender a soltar recuerdos, y a no pagar con los que vengan, viejos dolores. Y cuesta un huevo. Pero con suerte serás inteligente y sabrás distinguirlos.
No, no vas a morirte.
De esto al menos.
Sé que es imposible que ahora puedas imaginarlo, pero el dolor pasará.
Te lo garantiza
una superviviente.