A la tradición y la familia de toda la vida,
siempre fue así por gracia de dios,
al rancio abolengo
y el protocolo
agarrarse a los sillones de minúsculas
que esto tiembla
ya no nos vale
porque lo digo yo.
Hemos cogido los barcos y hemos visto
que la tierra no termina en las esquinas,
hemos matado a los monstruos
del fin del mundo
y ya no tenemos miedo...
(bueno, un poco, yo al menos)
y ya no nos vale
el porque aquí mando yo.
Por mis cojones.
Por mis cojones.
Otro cuento que nos contaban,
pero ya sabemos
para nosotras
para nosotras
ningún tiempo pasado
fue mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario