Si fuésemos conscientes de la absurdez que resulta nuestra existencia
en el conjunto de lo eterno
nos echaríamos a bailar en las calles,
abriríamos los ojos,
desdramatizaríamos los detalles
¿Qué importará ese michelín en 10000 años?
y nos negaríamos a hacer lo que otros dicen que debemos.
Ser conscientes nos libera y nos da miedo.
Y elegimos miedo.

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