No quiero que la monotonía nos rompa,
que conozcamos nuestros tormentos,
que memoricemos nuestras taras,
y que más tarde,
en días tontos (y sin venir a cuento)
nos las tiremos a la cara.
No quiero cotidianizar la locura,
listas de la compra,
te toca limpiar la casa,
pijamas viejos,
ver la tele,
hoy no tengo ganas.
Prefiero que te quedes en mis huesos,
y cuando te vea pasar por la otra acera,
le diga a quien quiera escucharme,
mientras me tiemblan las piernas,
por culpa de que no me quiso
me convertí en poeta.

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