Suerte


Atea, no cree en la suerte,
pero ni se casa ni se embarca los días 13.
Recoge los céntimos que encuentra en la acera, se quedó aquel trébol por si las moscas.
Y toca madera.
Sabe que el azar no se atrae,
pero no volvió a ponerse el jersey de aquel día.
Maldito día.
Y no cree en la suerte,
pero tampoco ya en otros cuentos con finales felices para la gente buena.
A las pruebas se remite.
Por desgracia.



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