Me tildan de ingenua en lo que a felicidad se refiere
porque me leen aferrándome a cada gota de vida que se me da,
como si el optimismo fuese una carga
para la poesía.
Pero es que como visitadora de todos los abismos y amiga de casi todos los demonios,
sé que la alegría es tan frágil que se desvanece cualquier martes,
y no vuelve...
Así que disfruto de las cosas hasta gastarlas,
celebro a lo grande lo que no depende de mí,
me refugio en la risa y edulcoro algunas realidades...
Por si vuelve...
Por si vuelvo.

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