Sería fácil para cualquiera nombrar a alguien que no respetó nuestros huesos rotos.
Que hurgó en la herida abierta.
Que quebró para siempre la opinión que teníamos de una.
Podría, sin problema, contaros la palabra que un día me arrojaron desde un coche y cambió mi forma de ver el mundo.  La cara de quien no quiso pedirme perdón a pesar de merecerlo.
Quienes entre bromas, decían, me hicieron cada vez más pequeña, más silenciosa, casi transparente.
Tengo una lista.
También pienso que se considerarán buenas personas. Van por sus vidas queriendo a su gente y luchando por lo que creen que es justo. No lo dudo. Conozco a algunos.
Qué complicado, en cambio, mirarse a una misma y recordar si alguna vez nuestra cobardía hirió a alguien.
Seguro que no.
¿Seguro?
Porque a veces vamos como ametralladoras sin mirar a los lados.
Porque en ocasiones no podemos saber dónde duele.
Por eso estoy casi segura de estar en la lista de alguien.
Y si es así, lo siento.
Muchísimo.
Es lo único que puedo cambiar de toda esta historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario