Neologismo creado a partir de la raíz de sinceridad, sincer- y del latín –cidium, “acción de matar”.
En otras palabras construidas de
la misma forma, el prefijo siempre se refiere al sujeto que muere, como por ejemplo, regicidio (asesinato de un rey), suicidio (una misma) o infanticidio (causar la
muerte a un infante), pero en sincericidio quien muere no es la sinceridad,
como cabría suponer. La sinceridad no es la víctima, sino el arma.
es la persona la que muere a causa de haber sido sincera.
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