Merecía haberme vengado.
Haber podido hacer algo que te dañase tan ferozmente que creyeras no poder vivir soportando tanto dolor. Y en cambio que la vida, por inercia, te obligase a seguir en pie.
Haber conseguido que sintieses tal vacío
que pareciera que habías dejado olvidadas, en algún lugar,
las entrañas.
Querría que hubieses llorado mil horas, a oscuras, a solas, porque todas las ratas abandonaron el barco.
Me gustaría haberte visto devastado, arrastrado, humillado, implorando perdón.
Ingenua...
Ser feliz es mi venganza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario