Tengo 29 años.
Me independicé con 17.
He vivido en el extranjero.
Pero ayer mi madre me sienta en el sofá
y me dice con cara seria:
- Alma, cuando estés sola y llamen a la puerta, mira primero por la mirilla, y si no lo conoces, no abras.

Es bonito saber
que sigo siendo una niña,
de vez en cuando.

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