Hay una mujer que me roba el sueño.
Una mujer sin miedo, con objetivos claros, que siempre dice lo que piensa, que le divierten las miradas inquisidoras.
Una mujer que sólo actúa, sin escuchar las voces incesantes de su cabeza. Una mujer que tiene miles de ideas en las que cree y que sabría vendérselas al diablo. Una mujer que sabe volar, y lo hace, y mira hacia abajo llena de alegría y nostalgia a partes iguales, porque desde arriba ve las alas de los que siguen andando.
Conozco una mujer que querría tener una metralleta para matar y perdonar a los mismos, porque su rabia se convierte en compasión en cuanto se encuentra con otros ojos. Una mujer que lucha, siempre lucha, con actos, palabras y silencios, que no tiene miedo a la soledad.
Tengo en la memoria a una mujer incesante, que no se conforma, que no entra en el redil, que quiere seguir aprendiendo, que ama profundamente su cuerpo desnudo, que ya se ha perdonado. Una mujer que no finge, porque no complace, que ha salvado la vida a muchos a través de la alegría.
Hay una mujer que me roba el sueño,
y por eso la odio,
porque querría la tranquilidad de un sofá en un sitio bonito,
después de un trabajo de 7 a 3,
vacaciones a países exóticos,
con un tour planificado,
y no desear más
que vestirme de blanco...
Hay una mujer que me roba el sueño,
pero yo la perdono,
porque soy yo la que le destruye
todos los sueños
que en ella caben.
Una mujer sin miedo, con objetivos claros, que siempre dice lo que piensa, que le divierten las miradas inquisidoras.
Una mujer que sólo actúa, sin escuchar las voces incesantes de su cabeza. Una mujer que tiene miles de ideas en las que cree y que sabría vendérselas al diablo. Una mujer que sabe volar, y lo hace, y mira hacia abajo llena de alegría y nostalgia a partes iguales, porque desde arriba ve las alas de los que siguen andando.
Conozco una mujer que querría tener una metralleta para matar y perdonar a los mismos, porque su rabia se convierte en compasión en cuanto se encuentra con otros ojos. Una mujer que lucha, siempre lucha, con actos, palabras y silencios, que no tiene miedo a la soledad.
Tengo en la memoria a una mujer incesante, que no se conforma, que no entra en el redil, que quiere seguir aprendiendo, que ama profundamente su cuerpo desnudo, que ya se ha perdonado. Una mujer que no finge, porque no complace, que ha salvado la vida a muchos a través de la alegría.
Hay una mujer que me roba el sueño,
y por eso la odio,
porque querría la tranquilidad de un sofá en un sitio bonito,
después de un trabajo de 7 a 3,
vacaciones a países exóticos,
con un tour planificado,
y no desear más
que vestirme de blanco...
Hay una mujer que me roba el sueño,
pero yo la perdono,
porque soy yo la que le destruye
todos los sueños
que en ella caben.
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